07 noviembre 2016

Maraver viaja por el hombre

CRECIENTE INTERÉS DEL PROGRAMA DE BARBARA BERGMAN EN RIALTO

Luis Maraver. Viajando/ Travelling - Rialto Living, Palma. Hasta el 26 de noviembre de 2016

La sala de exposiciones de Rialto Living podría haber sido un mero apéndice chic en el establecimiento comercial en que se encuentra enclavada, como suele suceder en este tipo de negocios mixtos. La dirección de Barbara Bergman ha conseguido, por el contrario, hacer abstracción de las limitaciones de partida de la sala y de su complementariedad y ha trabado una programación de creciente interés, contando con nombres indispensables del panorama artístico mallorquín. Es el caso de Luis Maraver (Puebla del Río, 1957) y su Viajando, una selección heterogénea en cuanto a técnicas, soportes y formatos pero bien dispuesta en torno a la idea del viaje como forma elevada de conocimiento. En la obra expuesta desfilan paisajes y tipos de la India, Marruecos, Egipto, el África Negra, el Amazonas…

Sigue asombrando la inteligente manera en que Maraver traslada al cuadro los rasgos físicos del paisaje recordado. La obra es, así, prórroga de la experiencia del viaje y prolongación de la realidad. Sucede en los techados de paja de sus chozas amazónicas: además de conferirles un plus de profundidad difícil de conseguir mediante lo meramente pictórico, las sitúan a medio camino entre la memoria y el presente más palpable. Sucede también en los suelos pedregosos aledaños a Zagora, traducidos para el lector en tierras y pigmentos de inconfundible sabor magrebí. Todo ello no es más que una faceta de la destreza con que el pintor maneja los materiales o con que siembra el lienzo de certerísimos brochazos, solo aparentemente descuidados.

El papel del hombre es principal en estos viajes, y todo el gran peso del paisaje está a su servicio. Salvo excepciones contadas, se trata de personajes aislados por la naturaleza, por las características de su actividad o por su propio ensimismamiento. A veces ni siquiera aparece esa figura humana, pero su protagonismo resulta indudable a partir de los motivos centrales que determinan el paisaje: una choza, una canoa, la arquitectura... El artista ha escogido escenas que permiten decantar de alguna forma la dignidad humana, puesta en juego en el trasiego del trabajo o de las inclemencias naturales, pero siempre superviviente. Maraver parece querer persuadirnos de que estos hombres tan lejanos son hermanos nuestros; y a fe que lo consigue.

La obra titulada El río es, en todos esos sentidos, un prodigio. El trabajo material, la eficacia del brochazo y sus efectos de luz sobre la superficie del agua, el protagonismo de una figura casi abrumada por la naturaleza, la dignidad de su trabajo, el peso espacial y simbólico del río, su carga narrativa: todo hace de esta pieza una verdadera obra maestra. El Mundo-El Día de Baleares.


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