21 octubre 2015

El espíritu de la sal

HORACIO SAPERE EXPONE EN IBIZA, A PARTIR DEL MARTES, SU ORACIÓ PER LA SAL

Oració per la sal versa, como casi toda la obra de Horacio Sapere (Buenos Aires, 1951), “sobre el tiempo y el espacio”, sobre la interacción entre emoción y razón, todo ello “como si fueran capas del pensamiento”. Los elementos que percibimos y las ideas que sugiere la obra se interrelacionan a través del simbolismo de objetos que “siempre tienen algo de provocador y catártico”, asegura su autor. En este caso, la sal es el “motivo atávico” que sirve de pretexto para relacionar elementos de reflexión y de disposición como su antigüedad, su relación con su entorno, su plasticidad (la sal, en este caso, “busca su camino expresivo, quiere que la reconozcas”), su colocación sobre un gran ocho de Moebius que es “un circuito cerrado sin fin y, paradójicamente, una pieza liberadora en sí”.

Sapere desarrolló este proyecto en 2014 gracias al impulso de la comisaria Bel Galmès. “Ella me invitó a realizar este trabajo, quería una intervención sobre la sal para su proyecto en Ses Salines, Lloc i memòria”. Por entonces el artista estaba trabajando con la idea de la banda de Moebius, “y cuando nos encontramos fue como una conexión que nos faltaba. El proyecto de Bel entraba directamente en mis intereses de concepto”. El fruto de esta fecunda colaboración, que ya pudimos admirar hace aproximadamente un año en Mallorca, vuelve a exponerse a partir del martes en Ibiza, en el espacio público Es Polvorí y de la mano de Tracalics.

¿Por qué Oració? “El tema de la oración”, aclara Sapere, “es un punto muy íntimo. Tiene que ver con lo sacro; para mí es como un mantra que a veces te obliga a mirarte a ti mismo, como un susurro, una canción que te gusta, que a veces te fortalece… Ese es el sentido para mí, no importa que tenga una imagen; es una sensación, un ritmo”. De hecho, el montaje se acompaña del sonido de la sal y de cuencos tibetanos en una pieza compuesta entre abril y mayo de 2014 por Lord 909 y el mismo artista bajo el título Salt Spirit.

La muestra consta de un soporte metálico en forma de ocho de 750 cm. de largo, con 35 placas por encima, cubiertas de materiales como la sal y los sarmientos; dos pinturas de 130 x 160 sobre lona sintética negra; una pieza de 1.200 x 60 sobre lona negra con los ochos como tema y los cuatro colores de inspiración luliana; doce ejercicios preliminares sobre la misma lona; y una serigrafía neoyorquina de 112 x 72 titulada Infinito.



Entre Nueva York y Palma

Desde 2011 Sapere cuenta con un estudio en Nueva York, donde pasa buena parte del año. “Es posiblemente la ciudad más cruel del planeta y también la más ecléctica, de unas cargas de energía brutales que están vinculadas con todas las culturas que acoge”, afirma.

Para el bonaerense afincado en Palma, “Nueva York es la ciudad ideal para trabajar y conectar con ciertos asuntos como no podrías en otras condiciones. Te despiertas con las sirenas, lees y trabajas, amas y odias, piensas y te metes a escuchar jazz, comes o no comes… Para mí, y me imagino que para muchos creadores, esto representa 24 horas sobre 24 pensando en arte: es casi ideal”.

Sin embargo, la Gran Manzana no le sirve a Sapere de excusa para evadirse. “Ni me desvinculo ni me olvido de la atmósfera social de España, de Mallorca y de cada trocito de planeta que se me aparece. Quizás esto sea una vieja costumbre, de la época de estudiante… Tengo algunas anécdotas de cómo la presencia de España es palpable en el día a día también allá, como todo lo latino. A veces tienes ganas de salir corriendo por alguna puerta… ¡Desde fuera, incluso en una ciudad como Nueva York, donde hay de todo, percibes más nítidamente el desasosiego de estos últimos años…!” El Mundo-El Día de Baleares.


19 octubre 2015

Dedicatorias varias

Mañana, en Campos, cumple 80 años Eva Choung-Fux (Viena, 1935), artista polifacética ligada artística y vitalmente a la naturaleza y a la literatura, y en particular a las de nuestra isla. La trayectoria profesional de la austríaca hizo hermosas, fructíferas escalas en varios países, en los poemas de Ramon Llull, Blai Bonet, Damià Huguet o Wislawa Szymborska, en la memoria de los campos de concentración nazis, en la docencia en Extremo Oriente, en el mar Mediterráneo.

En 2007, Eva fue protagonista de una exposición en Palma titulada Dedicatoriès (nou cicles), muestra de diversas técnicas en pequeños formatos agrupados en ciclos, la mayoría dedicados a los escritores que habían inspirado su trabajo. Recuerdo con especial gusto sus Mallorca pieces, monotipos impresos con maderas arrojadas por el mar; o sus preciosos homenajes a poetas, escritos mediante el uso repetido de diversos materiales e incluso idiomas, a veces de la estirpe de la caligrafía oriental y otras forzado y rico palimpsesto, pero siempre testimonio de su proximidad intelectual y afectiva a Mallorca.

El próximo jueves Sóller acogerá la inauguración de la muestra Desprès de la fi del món, que acaba de tener lugar en Viena y después viajará a Lodz (Polonia): una merecida retrospectiva que quedará para los anales del arte europeo e insular. Allí estaremos: felicidades, Eva. El Mundo-El Día de Baleares.

Eva Choung-Fux en noviembre de 2012

12 octubre 2015

Mínima expresión

Tomáš Absolon (Uherské Hradiště, 1987) es un joven artista checo que vive a caballo entre Praga y Palma de Mallorca. Su actual intervención en el Oratorio de Sant Feliu para la Galería Kewenig intenta poner en valor las posibilidades de un espacio expositivo muy singular y la capacidad del artista para resignificar ese mismo espacio.

La historia late en las piedras del oratorio a través de lo textual y a través de lo matérico. En un contexto en el que las funciones originales del edificio han caducado, Absolon intenta dotarlo de nuevo sentido y lo hace contraponiendo piezas abstractas al roce y la gastadura tangible de la piedra, asociando colores dinámicos y sugerencias de fluidez a la lápida de una sepultura y toda su carga heráldica y mortal. Sobre el foco más relevante del templo, el altar, yace literalmente una pieza de crudo laconismo, como oponiendo la intimidad y la discreción a la solemnidad litúrgica del sacrificio. Los azules, blancos y amarillos ensimismados de Absolon contrastan con el detalle biográfico y la melancólica evocación pública de la mortalidad de Tomás Burgués-Zaforteza, primer marqués del Verger. Frente al testimonio histórico y la voluntad trascendente, Absolon propone un nuevo y sencillo orden simbólico abstracto que aporta escéptico optimismo, economía, naturalidad, ironía, frescura. El Mundo-El Día de Baleares.

XII

05 octubre 2015

La ambivalencia de la coerción

Rafael Munárriz. Flujo e impacto - Pelaires (Palma)

Sorprenden la madurez y la humildad con que Rafael Munárriz (Tudela, 1990) se enfrenta con ciertas cuestiones que nos afectan a todos los que vivimos en el entorno contemporáneo. Flujo e impacto reúne algunas de las últimas piezas e instalaciones expuestas por el joven autor, incluyendo y desarrollando, entre otros, el concepto que daba sentido a su obra Ejercicios de coerción: el dirigismo implícito en el tránsito urbano, que sirve de estructura ordenada y, al mismo tiempo, de restricción de la libertad individual. Munárriz no opta aparentemente ni por la rebelión ni por la aceptación; sencillamente explora, proyecta luz y abre líneas de reflexión sobre la realidad del hombre de la ciudad. El artista se inviste de la autoridad que habitualmente se reservan las instituciones para ordenar los flujos, establecer los obstáculos necesarios para reconducirlos y eludir posibles conflictos. La circularidad de sus laberintos y su adaptación al papel milimetrado, sin embargo, nos dejan el regusto de una obligatoriedad que a veces carece de sentido perceptible por parte de quienes los transitamos.

Los materiales utilizados (hierros corrugados, señalización, tuberías de cobre, guardarraíles, vigas, pasamanos) remiten implacablemente al contexto tecnológico y urbano que –lejos de arcádicas vanidades– conforma e impregna de manera fundamental nuestra realidad cotidiana. La ambivalencia con que Munárriz dota estos materiales nos sitúa de nuevo ante la naturaleza contradictoria de nuestra presencia en el mundo: los tubos del gas serpentean por una cuadrícula imaginaria (que remite de nuevo al laberinto y al circuito informático), salvando la distancia entre la entrada y la salida mediante la suma de numerosos desvíos, alejados de la línea recta que en teoría garantizaría una mayor rentabilidad o eficacia, pero que resultaría incompatible con su presencia efectiva en un contexto constructivo. El orden final resulta, así, de contradecir las leyes de la naturaleza y hasta de la lógica; pero es, parece decirnos el artista, el único que funciona. Vigas, pasamanos y aceros corrugados sufren también la torsión, son forzados a completar circuitos cerrados y repetitivos (Endless), obsesivos pero paradójicamente tranquilizadores, cercanos. Y, cuando perdemos la noción de orden, surge el accidente en forma de guardarraíl aplastado y retorcido, con toda la carga dramática que conlleva cualquier ruptura de sistema.

La reflexión sobre la necesidad del orden y, por tanto, de limitar la libertad individual emerge por sí sola de la contemplación de la inteligente obra de Munárriz, que parece querer mantenernos alertas tanto sobre los límites aceptables de la coerción como sobre los peligros de la ausencia de normas. El Mundo-El Día de Baleares.