28 junio 2006

El gesto de Juan Medina

FotoPres’05 - Fundació La Caixa

Mis allegados saben que recalé en Palma procedente de una isla más lejana y arisca, la de Fuerteventura. En aquel pedregal que asoma desde la prehistoria frente a la costa del Sáhara tuve, entre otros placeres del espíritu, el de disfrutar de la obra y de la persona de Juan Medina (Buenos Aires, 1963). Llegado de Argentina con escala en Granada, Juan Medina se hizo pronto un prestigioso hueco en la prensa gráfica de la isla, trabajando sucesivamente para EFE y Reuters, animó la vida cultural local con espléndidos seminarios de fotoperiodismo y, sobre todo, contribuyó activamente a denunciar la tragedia de la inmigración en pateras. Grandullón, aficionado a los tangos y a Mónica y dueño de una afabílisima y permanente sonrisa, Juan no perdió jamás la perspectiva sobre lo que sucedía, noche tras noche, en la costa majorera. El País Semanal publicó sus trabajos sobre inmigrantes en Las Palmas, y él insistía siempre en la enorme dignidad personal de aquellos africanos sin papeles ni techo que hacían del parque de Santa Catalina hogar provisional. Desde entonces llueven los premios y las exposiciones y sus fotografías se han visto en medios como The Observer, La Vanguardia, El Semanal, Sunday Review, Der Spiegel, Interviú, The Independent o Stern. Haber tenido la suerte de frecuentar a Juan Medina no supone en absoluto saber hasta qué punto el reconocimiento de su trabajo es el de la profesionalidad, la entrega, las muchas horas de vigilia invertidas en el servicio a los semejantes, la mirada siempre atenta y el disparo certero. Nadie puede saberlo.

En Morir tan cerca (secuencia de un naufragio) revivimos el drama de los que alcanzan su destino arriesgando la vida en el océano. El fotógrafo da fe detallada de un salvamento; en las muecas de terror de los supervivientes encontramos sólo una vaga referencia a las vidas que se truncaron sin que nadie estuviera allí para contarlo. También muestra Juan la sobrecogedora frialdad que acoge a quien no sobrevive. Tal vez una sociedad no esté definitivamente enferma mientras alguien como Juan Medina nos recuerde, sin grandilocuencia ni pretensiones –sólo con fidelidad y mucha esperanza–, que el horror existe a nuestro lado. Última Hora.

21 junio 2006

Arte integrador y humanismo

Jaume Plensa. Jerusalem - Es Baluard

Jaume Plensa (Barcelona, 1955) era una apuesta segura a la hora de crear una instalación a la medida del aljibe del viejo baluarte de San Pedro. El recinto del siglo XVII requería un artista respetuoso con la huella del hombre, con el carácter sagrado con que el tiempo reviste las obras humanas, y Plensa lo es.

Plensa realza y renueva la atmósfera del Aljub mediante una sutil manipulación de su geometría, tan regular y acabada que apenas parece revisable. Sin embargo, la disposición de los dieciocho gongs o tantanes de bronce, en sí elementos de perfección rematada, permite una apropiación del espacio novedosa y, al mismo tiempo, respetuosa y muy clásica por su arraigo en las simetrías y en la perspectiva clásica. Los límites de la materia aparecen dudosos cuando entran en juego las luces y las sombras como elementos de ese plan geométrico, y desaparecen cuando el espectador pasa a ser también intérprete y oyente y golpea el tantán: los textos inscritos en las piezas metálicas (y, por tanto, los diversos porcentajes de metal vaciados en ellas) hacen que cada una reverbere con diferente timbre. La idea del amor –sea como superación mística o como erotismo fertilizador– pasa misteriosamente a formar parte de la vibración que contagia el aire, y las fronteras entre materia y espíritu parecen borrarse.

En el mismo sentido, es muy significativo el hecho de que el catalizador de la atmósfera sea una figura humana, trasunto del autor que podría serlo también del espectador, en posición sentada y actitud pensativa, con el cuerpo cubierto de texto e iluminado en medio de una zona en penumbra. Puede actuar alternativamente como punto de fuga o punto de mira de la instalación y, con ello, parece indicarnos la importancia de la reflexión y, sobre todo, la necesidad de abrirnos al debate sin apriorismos, con la capacidad de ponernos en el lugar del otro, integrando los opuestos en una síntesis creadora. El amor como motor del progreso y la paz, el hombre como centro y medida de todo, el hombre habitado de palabras (el hombre lector, el hombre que escucha, el hombre que ve...). Sí, estábamos pensando en lo mismo: Jerusalem. Última Hora.

14 junio 2006

Tàpies, creador de signos

La piel de lo real. Grabados de Antoni Tàpies - Fundació La Caixa

Uno de los autores más inclasificables del arte contemporáneo mundial, uno de los más difícilmente reductibles a la lógica de las palabras y, en consonancia con ello, uno de los que han alcanzado los mayores logros como creadores es, a no dudar, Antoni Tàpies (Barcelona, 1923). Su condición apasionada y poliédrica hace las facetas de su obra tan abundantes y su temática tan abierta (igualmente en su obra gráfica) que la crítica, cauta, suele quedarse en generalidades y lugares comunes. En el montaje de la presente y valiosísima muestra en La Caixa y en su aparato crítico echamos de menos una mayor definición: pretender acorralar todos los aspectos posibles de una obra inmensa significa, a la postre, no aportar límite alguno y, por ende, que las palabras confundan o estorben. Algo que tal vez suceda siempre cuando se habla del artista barcelonés. También en esta nota.

De esas infinitas facetas que presenta la obra tapiana, me llama especialmente la atención el brillante empleo de la escritura y de otros signos (números, cruces, flechas, etc.) como elementos de la composición y como elementos del contenido. Desvinculados de su valor convencional, los signos pasan a decir por sí mismos: son significantes asociados a significados nuevos y, por tanto, signos novedosos dentro del signo que es la obra y que el espectador ha de interpretar sin prejuicios. Esta descontextuación y fertilísima subversión semántica es fruto de diversos procedimientos relacionados con la disposición y con el tratamiento, como la escritura en espejo, el aislamiento, la confusión, la reduplicación, la tachadura, la integración en estructuras diversas... La disposición minuciosa de los demás elementos, sólo aparentemente aleatoria o sólo primariamente aleatoria, contribuye a extrañar el signo y a convertirlo en otra cosa. Sólo a veces cae Tàpies en la obviedad o la banalidad, a menudo asociadas a un discurso de naturaleza política. Siempre me pareció que esta línea de actuación (una línea importante y legítima, por otro lado) desdecía del resto de la obra de Tàpies; quien, sin embargo, alcanza tal grado de introspección, de independencia con respecto a influencias y a la misma realidad inmediata y de densidad reflexiva que puede permitirse paréntesis catalanistas. Última Hora.

07 junio 2006

Moderne ou absolument moderne?

Juul. Re-Evolution - La Caja Blanca

La inauguración –aún reciente– de La Caja Blanca en una zona de Palma en que se agolpan las galerías de calidad obligaba a los emprendedores Eva y Amir Shakouri a mantener un nivel de exigencia parejo a su afán de originalidad. Las claves declaradas por los gestores de este nuevo espacio expositivo radican en la atención a las “artes visuales”, la promoción de artistas jóvenes y un cosmopolitismo casi avasallador, ciertamente escaso y necesario en Mallorca.

Con Re-Evolution Palma acoge la obra de Juul Jacobs (Nimega, 1976), un autor que desde 1999 ha expuesto en varios países europeos y en Japón. La idolatría hacia la tecnología y el diseño lo convierten en exponente de una tendencia bastante visible en el arte contemporáneo, no lejana a las artesanías del lujo (la moda, la joyería, el diseño industrial). El trabajo es brillante, minucioso hasta el detalle, y no es casualidad que Juul hable de joyas cuando describe algunas de sus pequeñas piezas, de exquisita concepción y ejecución perfecta.

No obstante, hay algo que no nos acaba de satisfacer en su obra. Seguramente sea su explícita desvinculación de la ética, que a algunos nos parece indisociable del arte bien entendido; la reificación del ser humano y su subordinación a los objetos que deberían servirle tiene más que ver con el comercio que con el arte. Por otro lado, las ideas del artista acerca del hombre en el mundo contemporáneo se nos antojan banales: sus reflexiones, que explican excesivamente la obra (revelando alguna inseguridad) y cuya ingenuidad no casa bien con las pretensiones con que se pronuncian, así como la atención casi exclusiva hacia las apariencias más inmediatas y su efecto también inmediato sobre el consumidor, lastran una obra en la que percibimos una gran densidad potencial. No basta con adherirse al juego de palabras y a ciertas paradojas de salón para mostrar un discurso poderoso. En suma, en el holandés encontramos un artista muy esperanzador, de admirable olfato, del que sólo hay que acechar el momento en que asuma con sus verdaderas consecuencias la máxima rimbaudiana y –disculpen tanta moralina– se desprenda del tinte hedonista que permea su obra. Última Hora.