25 mayo 2005

Los reyes, en pañales

Nins - Fundación Yannick y Ben Jakober (Alcudia)

Entre los muchos atractivos que se le ofrecen al visitante de Sa Bassa Blanca –entre los que la presencia radiante de Yannick Vu no es el menor–, su sorprendente colección de retratos infantiles de los siglos XVI a XIX entra casi dentro de la categoría de lo inexplicable. Se trata de una numerosísima y hermosa reunión de retratos de infantes, principalmente pertenecientes a la realeza y a la nobleza europeas, que a su valor artístico e histórico suman un clarísimo interés antropológico. Los lienzos reproducen vestimentas y orfebrerías de muy diferentes contextos geográficos y cronológicos y elementos etnográficos igualmente variados, como lo que Vu denomina cinturones de lactante, que acompañan las figuras de un Palafox niño y del infante don Fernando en retratos del siglo XVII, o los sonajeros y otros accesorios y amuletos asociados a la infancia, así como, desde luego, elementos simbólicos e iconográficos diversos.

Todas las escuelas europeas aparecen representadas en Nins. Maestros holandeses como Pourbus el Joven o Nicolaes Maes, franceses como Pierre Gobert, los Beaubrun o los Quesnel, e italianos como Titi, Leoni o Amorosi, entre otros, completan un panorama europeo en el que no escasea la representación española: una característica efigie de Carlos II, del taller de Juan Carreño de Miranda, alguna de Luis I por Miguel Jacinto Meléndez y otros retratos de la realeza de Andrés López Polanco o Antonio Carnicero, por ejemplo. Tampoco faltan los frutos de la escuela mallorquina; de Joan Mestre i Bosch (1826-1893) destaca un hermoso óleo, Retrato de una niña con cerezas, ejecutado cuando el artista palmesano contaba sólo diecisiete años.

No se puede cerrar un texto dedicado a los Nins de la Fundación Jakober (que también cobija la obra escultórica de Ben Jakober y Yannick Vu) sin elogiar el trabajo de sus gestores, que ha propiciado varias exposiciones nacionales e internacionales (Palma, Valencia, La Coruña, Sao Paulo, Bonn). La labor de restauración y el montaje de la actual selección en El Aljibe son impecables. El décimo aniversario de la institución, que se festejó hace unos días con brillantez en su sede alcudiense, marca un jalón en una trayectoria que no hay que ser demasiado perspicaz para augurar larga y provechosa. Última Hora.

18 mayo 2005

El color de lo subjetivo

Montserrat Clausells - Kunstmann

Una de las consecuencias felices de la apertura de Es Baluard ha sido la atracción de nuevas galerías de arte al multisecular barrio de Sant Pere, que se va transformando, gracias a ese factor y a otros como la reubicación de la Biblioteca Pública y la progresiva restauración de sus edificios, en un rincón ciudadano de renovado encanto. Galerías que existían con distinto nombre en otros puntos de Palma, como Camba (ahora, ABA Art Contemporani), o que ya abrían sus puertas en otras localidades mallorquinas (Kunstmann, Maior) se unen hoy a aquéllas que ya se localizaban en la zona.

La que dirige Joanna Kunstmann expone, ya por escasos días, la obra de Montserrat Clausells (Barcelona, 1960). Sus acrílicos tienen que ver con la paleta y la modulación cromática de Mark Rothko y, por otro lado, con la aterciopelada precisión referencial de Antonio López; sin embargo, el figurativismo de la catalana toma otra dirección. Prescindiendo de anécdotas, se ajusta al canon realista en la medida imprescindible para que sus paisajes establezcan ataduras anímicas directas, pero no lo suficiente como para que su interpretación quede agotada en la referencia. Joan Bufill clasificó su arte –quizá innecesariamente– como metarrealista: pese al recurso al objeto, remite a la subjetividad a través de lo onírico, lo simbólico o lo misterioso. Las arquitecturas de Clausells acotan el espacio, pero no lo cierran; la intervención de la luz como elemento perturbador, una atmósfera caliginosa y la presencia sólo sugerida del hombre impiden considerar las estancias que representa, aparentemente desoladas, como muertas o vacías: la temperatura y la huella humana –que tienen mucho que ver con la calidad del color– constituyen ambientes a medio camino entre la memoria y el símbolo, dotados de una rara combinación de indefinición y nitidez.

Eduardo Mendoza, que la ha entendido muy bien, ha hecho notar cómo la pintura de Clausells “se puede mirar un rato largo sin cansancio”. Tal vez sea ésta la mejor de sus muchas virtudes: cuadros como los que componen las series Nit, Bàlsam o Como el agua, o el bellísimo Avinyó (todos de 2003-04) pueden intrigar, pero no inquietan: sugieren tránsito, no ruptura. No causan agresión ni impacto; suscitan reflexión. Última Hora.

11 mayo 2005

Grabados en el ocaso

Picasso. Dos momentos: 1962-1964. Dos técnicas. Dos series - Casal Solleric

Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) es, al mismo tiempo, el más importante artista gráfico del siglo XX y el que grosso modo cierra el ciclo del grabado y la estampación en el arte contemporáneo, casi todas cuyas modalidades practicó con gran profusión. En 1899 graba por primera vez en cobre en Barcelona, y en 1919 hace su primer ensayo litográfico con la invitación a su exposición cubista de ese año. Pero será a partir de 1945 cuando, en estrecha colaboración con el prestigioso grabador parisino Fernand Mourlot, se entregue con pasión a esta técnica, llegando a producir más de doscientas obras gráficas sobre piedra calcárea o cinc en los siguientes tres años y medio, y más de cuatrocientas hasta 1966. Una de ellas, La paloma, dio y hoy sigue dando la vuelta al mundo como cartel del Congreso de la Paz de abril de 1949.

Las dos series de la colección de la Fundación Bancaja que se exponen en el Casal Solleric corresponden a un Picasso muy maduro, el de sus últimos quince años en Mougins. En la primera, Retrato de familia (1962), continúa colaborando con Mourlot. Después disminuye su actividad litográfica, pasando progresivamente al cobre y al linóleo. Cuando acomete las calcografías a color de la segunda de las series expuestas hoy en Palma, Los fumadores (1964), ya hace meses que se han establecido en Mougins los hermanos Crommelynck, expertos grabadores. Con ellos emplea el de Málaga barniz blando, aguatinta al azúcar o aguafuerte. Ambas tiradas suponen la manifestación de un punto de inflexión en la incesante actividad investigadora del artista; de valor artístico limitado, su interés para la historia del arte, del comercio artístico y, en particular, de la obra picassiana, es fundamental.

El lujoso catálogo editado por Bancaja recoge en magníficas reproducciones las dos series de grabados acompañadas de sendos textos de Juan Carrete Parrondo y Guillermo Cabrera Infante. El experto en grabado hace un detallado recorrido por ese arte y su práctica por Picasso, muy interesante para quien desee adentrarse en los aspectos técnicos de la litografía y la calcografía. El narrador cubano, recién desaparecido, comenta la relación artística y vital de Picasso con el tabaco en un texto exquisito: “Picasso fumando”. Última Hora.