30 enero 2017

El sentido de la desnudez

INAUGURADA EN FIOL LA SORPRENDENTE EXPOSICIÓN DE JOSEPH HEER, DAS MODEL

Joseph Heer. Das Model - Galería Xavier Fiol. Hasta el 28 de marzo

Joseph Heer, vienés de 1954 y residente en la isla, es un viejo conocido de las salas palmesanas. En 1999 y en 2005 exponía ya en la antigua Xavier Fiol de la calle Montenegro. Por entonces practicaba una abstracción monocromática en tramas geometrizantes que sugerían un intento de atrapar el aire. Pilar Ribal asimilaba la pintura de Heer a “un aliento que roza en su vuelo sobre el lienzo la materialidad” y hablaba de “máxima levedad”. Ciertamente, si algo destaca en la obra del austríaco es su desnudez, su economía. Es la época que queda recogida en la publicación Mainly White (Salzburgo, 2010), que presenta a Heer como uno de los grandes de la abstracción internacional.

Casi diez años más tarde, en 2014, Heer protagonizaba de la mano de Ribal una exposición en el Solleric (aún no se habían destinado sus salas a la publicidad de empresas de transporte de energía) titulada Between Columns. En ella todavía aparecía la serie blanca, aunque las diversas salas incluían (“no me gustan las exposiciones de un solo tema”, aclaraba el artista) diversas líneas de investigación sobre el color como eje de la obra. Fernando Gómez de la Cuesta habló entonces de “serenidad”, “equilibrio”, “calma”, “quietud”, “transparencia”… En su pintura, según este crítico, se estaba haciendo cada vez más autónomo el “soporte como factor expresivo” y se acentuaba la interacción con el espacio expositivo, rasgo que se mantiene en 2016 en su exposición Siete pinturas abstractas, en Can Bonico de Las Salinas.

El pasado sábado se inauguró en Fiol Das Model, un montaje para el que, junto al puñado de esquemáticos lienzos que cuelga de las paredes, Heer ha dispuesto por toda la sala diversas piezas de índole constructiva (maderas recicladas, bloques de hormigón, cerámicas…) aisladas o asociadas en pequeños grupos y muy sobriamente pintadas, que conversan con los cuadros desde el cromatismo y desde su humildad material. Una austeridad llevada a extremos franciscanos y una intuición especial para el uso del espacio dotan la sala de una naturalidad paisajística que queda muy lejos de la mera sugerencia. El ordenado minimalismo produce un ineludible efecto de equilibrio espacial y, por consiguiente, espiritual, que sume al espectador en una suerte de paz perfecta para la observación. Los cajones y los ladrillos de aspecto semiabandonado delimitan el espacio –que en esta fase de la trayectoria artística de Heer no interactúa, sino que decididamente forma parte esencial de la obra– y parecen seguir queriendo cuadricular el aire y la reflexión. Sin una interpretación arquitectónica, la obra no puede entenderse; con ella, la desnudez cobra sentido. El Mundo-El Día de Baleares.

Joseph Heer durante el montaje de Das Model (foto: Xavier Fiol)

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