20 junio 2016

Art Palma Summer

Art Palma organizó hace dos jueves un recorrido guiado o visita profesional por las galerías de arte de Palma. De hecho, dos recorridos: uno en inglés que partió de Pelaires y otro en español que se inició en L21. La iniciativa sirvió para alcanzar varios objetivos: concentrar esfuerzos económicos, convocar a críticos de dentro y de fuera, atraer a coleccionistas y ponerlos en contacto directo con artistas y galeristas, generar un evento que acerque el arte y su gestión a la ciudadanía…

De la fotografía-denuncia de Eulalia Valldosera a los paisajes de Nicholas Woods; de los juegos performativos de Damià Vives al impresionante, abrumador dominio de la materia de Joan Costa; de las delicadas mariposas de Limoges de Kira Ball a las contundentes geometrías imposibles de Ñaco Fabré, pasando por mi particular descubrimiento de la noche, el fotógrafo Edgar Herbst... La variedad de la oferta y el dinamismo del sector privado, aun habiendo aspectos organizativos mejorables, contrastan con la respuesta nula por parte de los responsables públicos de cultura, a los que ni las elecciones animan a compartir esfuerzos ni cortesía con sus administrados. Existe alguna excepción notable como la del alcalde Hila, a quien no es difícil encontrar en eventos artísticos, al menos, de visita. Pero sólo una empresa privada ha considerado la conveniencia de patrocinar el Art Palma Summer. ¡Tal vez sea mejor así!

La calidad de las obras expuestas es también variada, como resulta inevitable. Pero no parece inoportuno recordar que, junto a la oferta museística y las exposiciones de carácter institucional, que están reservadas a lo consagrado o a lo ya conocido, las propuestas de las galerías muestran el pulso vivo del arte contemporáneo de hoy: sus luces y sus sombras, sus aspectos mercantiles, sociales y creativos, su inevitable porcentaje de timo a mansalva y, también, su semilla de futuro. El Mundo-El Día de Baleares.

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