17 noviembre 2005

El proceso como vía

Miquel Planas Rosselló - Mediterrània

La crítica ha señalado el apego a la estructura como característica fundamental en la obra de Miquel Àngel Planas Rosselló (Palma de Mallorca, 1961). Su innegable racionalidad y una voluntad arquitectónica que impregna tanto sus formatos pequeños como los monumentales aparecen como criterio básico en su forma de entender la obra. No tan impersonal que pueda asignársele otra cosa que cierta deuda general con el minimalismo, Planas promueve con sus piezas, a primera vista sencillas, una visión compleja de la realidad. Desde un proyecto concebido detalladamente y por medio de una manipulación muy precisa de los materiales, sólo aparentemente aleatoria o descuidada, da a entender el proceso de fabricación de la obra, por un lado, y evoca por otro conflictos humanos cuya resolución sólo el artista está en disposición de sintetizar. Desde su Díptic I (1992), Planas anunciaba esa voluntad de apaciguar dicotomías en un producto unitario, con el agravante de cuestionar, además, una práctica escultórica decantada por siglos de verticalidad, de predominio del volumen sobre el plano y de oposición funcional con respecto a la pintura.

La horizontalidad que ya resultaba evidente en los noventa, el interés por el plano y sus imperfecciones y la idea de orden como sustento necesario de toda creación y, pese a todo, aspiración frustrada –un orden desautorizado por fuerzas superiores, o bien un orden por restaurar–, han sobrevivido en la obra más actual de Planas. Hay tendencia en ella a resaltar los procesos y, por tanto, a mostrar productos mixtos en su geometría, en sus materiales o en su acabado. Las retículas parecen sobrevivir a la disolución del objeto dado o, tal vez, acometer una reconstrucción de su tejido que se nos presenta inacabada y, por lo mismo, viva. En su serie Escletxes, hierros de presencia industrial presentan hendiduras u orificios de aspecto casual. El equilibrio de sus composiciones –paradójico, como ha escrito con acierto Virginia Roy–, pese a quebraduras y asimetrías, resulta de una índole cálidamente humana: como si, en el curso de la búsqueda, Planas hubiese dado con la clave de tanto desequilibrio, de tanta pregunta sin respuesta en torno al sentido de la obra y, por tanto, de la realidad. Última Hora.

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