18 enero 2006

El horror y el deseo

Sandra Vásquez de la Horra. Alquimia fantástica. Dibujos (2003-2004) - Jule Kewenig

La exposición que actualmente ofrece Jule Kewenig no es una exposición al uso. Me pregunto qué clase de cliente se acercaría a un establecimiento de arte, compraría unas imágenes básicamente horripilantes y las colgaría en su despacho. No se puede decir que Sandra Vásquez de la Horra (Viña del Mar, 1967) apueste por lo comercial, lo que siempre debería despertar el interés de la crítica.

El discurso de los dibujos encerados de esta artista chilena afincada en Düsseldorf se despliega a medio camino entre lo mitológico, lo demoníaco y lo freak. Sus seres desproporcionados o truncados, a los que faltan miembros o cuyos miembros encajan con dificultad, expresan un mundo de conflicto en el que conviven el deseo y el horror. El concepto alquímico de la mezcla y el impulso de la creación se hallan en la raíz del oxímoron, uno de los mecanismos más eficaces para desautomatizar la percepción del espectador: el empleo de la inconsecuencia, la combinación de elementos que naturalmente no se corresponden o que abiertamente se repugnan. Así sucede con la asociación de elementos humanos y animales (liebres con rostro humano, personas con cabeza de elefante o gato) o monstruosos en un mismo ser, con influencia evidente de mitologías primitivas y explícita del culto yoruba afroamericano (Elegguá, drive me). Así también, muy marcadamente, con la atribución de carácter lascivo a aquello que nos resulta aborrecible (Moziko, Necesidad creada). En ocasiones, se añade una nota humorística a lo macabro, en una línea que nos recuerda mucho a algún dibujante español tristemente fallecido (Peos palomitas de maíz).

La comisaria Barbara Heinrich habla de la disposición de los dibujos sobre la pared a modo de retablo. Nos inclinamos a recordar también la vieja costumbre española de exponer exvotos en las iglesias: frente a la tradicional manifestación de gratitud, la presencia de textos que explican alguna clave o complementan el dibujo permite, en este caso, delimitar por medio de la ironía las tensiones en él contenidas y, por consiguiente, conjurar –de alguna manera mágica– sus posibles males. Es Alquimia fantástica un magnífico manual de emociones subterráneas, no todas ellas de fácil consumo en sociedad. Última Hora.

2 comentarios:

azuldeblasto dijo...

Valiente propuesta exponer al público este tipo de creación, porque al fin y al cabo es creación pictórica, aunque no nos guste una pizca...

Pero el público es tan heterodoxo y ama según que cosas a veces, que nos sorprende aun más que la obra de un artista.

Un saludo muy cordial.

iluminaciones dijo...

Lo sublime, o lo que entendemos por sublime en arte, va desde La metamorfosis de Kafka (ejemplo del más severo horror) recorriendo todo tipo de exposiciones artísticas, pictóricas o no. Ahora bien, el escandalizarse moral o estéticamente no es algo que sea nuevo en nuestra época. Se pueden visitar infinitos ejemplos en la historia del arte sobre la poca tolerancia o disgusto frente a diversas manifestaciones artísticas. Sin embargo, siempre nos quedará la capacidad de sorpresa, nos guste o nos disguste.
Saludos.