27 julio 2005

Las dos caras del amor

Vanessa Henn. Melodramas - Ferran Cano

Si hace unas semanas comentábamos la conexión entre escritura y testimonio –especialmente entre escritura popular y testimonio– en relación con la pintura de Malena Tous y su uso del graffiti como elemento compositivo, en esta ocasión volvemos sobre el asunto con motivo de la primera exposición individual de la joven mallorquina Vanessa Henn. Melodramas hace uso, como hilo argumental, de la tradición mexicana conforme a la cual las mujeres bordan a sus maridos fundas de almohada con sentimentales mensajes de amor perdurable, y del elemento de sumisión que ello conlleva. La semejanza entre la escritura del bordado y el tatuaje sobre el cuerpo, con sus mensajes muchas veces similares (la entrega incondicional a un amor que es gozosa condena, esclavitud deseada) se aprovecha en este caso a través de la fotografía bordada. Sobre las imágenes de cuerpos desnudos, los bordados simulan pliegues y lágrimas, pero sobre todo tatuajes y textos como eficaz género de atadura.

No solamente la escritura encuentra eco en este muestrario de abnegaciones y amores doloridos. El teléfono descolgado, las cuchillas de afeitar como trágicos presagios, el tacón y la venda del bondage, la cama deshabitada, los elixires que inspiran amor (otra forma de amarrar) y la orquídea como vulva amenazadora son elementos de este paisaje dramático. En el cáliz de una de estas hermosas flores leemos las palabras “Átame a ti”; pero también los tacones sado-maso vienen asociados a las plantillas empleadas en el bordado de almohadas, y la venda sobre los ojos del amante queda inscrita en un bordado virtual cuyo texto, de disposición próxima al cómic, reza: “Prisionero de un corazón”. Sobre un pecho desnudo, otro bordado imita un aparatoso tatuaje de sentido similar: “Dolores, sentencia de amor”. En Melodramas, las pequeñas sumisiones cotidianas a que todos nos vemos sujetos de una u otra forma salen a la luz por medio de un lenguaje corporal entre el placer y el dolor, las palabras que quieren ser indelebles o las ligazones explícitas que, no obstante, sólo son señales de lazos más profundos y tal vez dañinos. Sin embargo, el tratamiento del tema es considerado con el espectador, y la muestra, por ello, no deja resaca, sino un estimable poso de reflexión. Última Hora.

20 julio 2005

El paisaje como espacio de reflexión

Isabel Ferrer Tapia. Construyendo entornos - ABA Art

En sus anteriores exposiciones en Palma, Paisajes mentales (2003) y Visiones urbanas (2004), Isabel Ferrer Tapia había transitado ya con éxito notable la descomposición de la escena en estructuras más y más sucintas y esquemáticas, en una renuncia progresiva al detalle y en un creciente despojamiento cromático. La artista palmesana sustituye la perspectiva por la superposición de manchas de color, donde la acumulación de tonos planos (unos acrílicos muy trabajados) en alternancias geométricas sugiere la profundidad de campo y la iluminación de manera muy sutil. El juego de Ferrer, a veces cercano a la ilusión óptica, denota un buen conocimiento de los procesos perceptivos, sus distancias y sus atajos.

La serie Arquitecturas, merced a la continuidad física de los cuatro lienzos que la componen, combina la disposición espacial inequívoca del skyline y una sugerida sucesión de las horas y, consiguientemente, de los matices de las luces, nieblas y temperaturas que podrían bañar la ciudad que presumimos. En un figurativismo sumamente adelgazado y que, aunque nos disguste la expresión, cabría elogiar por femenino, en tanto refleja el todo y no los detalles, la obra no evoca directamente paisajes, sino las sensaciones generales que solemos asociarles: la contemplamos en actitud semejante a aquéllas en que disfrutaríamos de un atardecer frente a los contornos de la urbe recortados contra el cielo o en que apreciaríamos los contrastes entre espacios y no-espacios: plazas y edificios, jardines y bloques de hormigón... Pero estamos ante imágenes plenamente artificiales, en el mejor sentido de este adjetivo: fruto de la reflexión sobre la creación, sobre la percepción y sobre el modo en que aquélla puede manipular ésta para enriquecer nuestra experiencia. Tanta estilización inspira serenidad, sensaciones difusas pero reconocibles y halagadoras.

¿Meras estructuras apaisadas o paisajes verdaderos? La respuesta está contenida en la proposición de gerundio –esa forma verbal que siempre denota un proceso– que da título a la muestra: la pintura de Isabel Ferrer traduce una forma de entender el paisaje como entorno, es decir, como contexto vital (de ahí sus 289 vidas) y no como mero objeto o tema artistíco. Y, por tanto, una forma de concebir el trabajo del artista que resulta muy necesaria: en permanente estado de construcción y siempre alimentado de reflexión densa. Última Hora.

14 julio 2005

Cien años de formas

Pensar les formes. Escultures contemporànies a les col·lecciones mallorquines - Es Baluard

Heterogénea como el mismo arte contemporáneo y, por tanto, ilustrativa, la exposición que actualmente se muestra en Es Baluard ofrece un imprescindible recorrido por la escultura internacional, nacional y balear del siglo XX. En el aljibe y en la terraza del museo se disponen cincuenta y seis obras, algunas de ellas maestras, conservadas en colecciones particulares mallorquinas y reunidas por primera vez en un generoso panorama.

La influencia de Rodin y, sin embargo, un clasicismo de matices simbolistas perviven en obras del noucentisme catalán como La parisina (1905), del rosellonés Aristide Maillol, o Mujer (sin fecha), de Manolo Hugué, que respiran lirismo y mesura. En una línea muy diferente, que por la misma época había aspirado a superar el figurativismo y que para los años de la guerra ya habría conseguido importantes y reconocidos logros, se halla la Mano de pie (hacia 1937) de Julio González, un prodigio de estilización que, sin pretender los extremos de la abstracción, relativiza y adelgaza lo figurativo hasta límites de gran tensión, dotando a la pieza de un airoso equilibrio de sobresaliente valor intrínseco. Algo más tarde, Pablo Picasso –de quien alguien ha afirmado que en escultura no siguió métodos ni sistemas– firma Mujer sentada (1945), una pieza en la que subsisten lejanas raíces cubistas y primitivistas al servicio de intenciones espirituales.

Más avanzado el siglo, encontramos obras de delicada belleza, como las Dos figuras tumbadas (1974) del británico Lynn Chadwick o el Jano (1975) del alemán Max Ernst, en que el empleo de elementos de la naturaleza, la confusión de los sexos y el humor aproximan la obra al arte primitivo. La Guitarra núm. 18 (1984), de Pablo Serrano, es una obra maestra que da fe del informalismo más afortunado, evolucionado en este caso en torno a cánones neocubistas. Otras experiencias interesantes son la Venus à la pomme (1986) de Arman, la hermosa Presque assise (1988) de Agustín Cárdenas o esa pieza similar a una estela, de contenidos entre musicales, rúnicos y cuneiformes, que Arnaldo Pomodoro firma Sin título (1998). El Gramófono (2001) de sir Anthony Caro es un magnífico juguete que, en eficaz clave humorística, pone en tela de juicio la comunicación y la identidad humana. Última Hora.

07 julio 2005

Volumen vs. Vacío

Glocal II. Ideas tridimensionales, esculturas y dibujos - ArtForum

Si la primera edición de Glocal prestó atención a la pintura, en su segunda edición encontramos artes muy diversas. En la muestra, realizada en colaboración con la Fesel Modern Art de Düsseldorf, se dan cita autores tan diversos como H. D. Schrader, Niki de Saint Phalle o Joel Morrison. Son reconocidos la categoría del californiano Richard Serra y el ingenio de Fabrizio Plessi –en este caso, el de su videoinstalación Las cariátides de los pobres (1990), en la que detectamos la ironía y el desengaño de la modernidad. De todos ellos, no obstante, me interesa comentar las coincidencias entre dos artistas sólo aparentemente desconectados entre sí como son Eduardo Chillida y Lutz Fritsch.

La trayectoria de Chillida (1924-2002) fue la de alguien que deseaba entender la relación entre el volumen y el no-volumen. Incluso su proyecto póstumo, el polémico monumento en la montaña de Tindaya en Fuerteventura, consiste básicamente en vaciar una montaña: la obra no está hecha de materia, sino de vacío. Pero esta línea de investigación la acometió muy pronto, y los grabados del donostiarra universal que integran Glocal II, de los años sesenta, así lo demuestran: en ellos maneja sólo un blanco y un negro planos; pero la forma en que el uno se inserta en el otro, la ruptura de las manchas en hendiduras de apariencia orgánica –o, a veces, pseudoindustrial–, logra sugerir la profundidad del cuerpo.

Chillida: Beltza II (1969)Poco tiene que ver con ello técnicamente la obra de Fritsch (Colonia, 1955), aunque el objeto de su investigación sea similar. El alemán es autor de esculturas públicas de hechuras ultraligeras y de pinturas en que colores también planos se invaden los unos a los otros en apariencias vivas, como en permanente desafío a la definición más material del espacio. En la serie Über Augenhöhe, a la que pertenecen las fotografías que expone en ArtForum, aleros recortados contra el cielo en perspectiva cenital cuestionan de otra forma los límites entre el ser y el no ser desde la manipulación del plano: los contornos de los tejados parecen adelgazar la condición infinita del firmamento, limitándolo a la reducida distancia que se extiende de un tejado al de enfrente mediante la interacción de colores oscurecidos hasta la lisura. Última Hora.