Pensar les formes. Escultures contemporànies a les col·lecciones mallorquines - Es Baluard
Heterogénea como el mismo arte contemporáneo y, por tanto, ilustrativa, la exposición que actualmente se muestra en Es Baluard ofrece un imprescindible recorrido por la escultura internacional, nacional y balear del siglo XX. En el aljibe y en la terraza del museo se disponen cincuenta y seis obras, algunas de ellas maestras, conservadas en colecciones particulares mallorquinas y reunidas por primera vez en un generoso panorama.
La influencia de Rodin y, sin embargo, un clasicismo de matices simbolistas perviven en obras del noucentisme catalán como La parisina (1905), del rosellonés Aristide Maillol, o Mujer (sin fecha), de Manolo Hugué, que respiran lirismo y mesura. En una línea muy diferente, que por la misma época había aspirado a superar el figurativismo y que para los años de la guerra ya habría conseguido importantes y reconocidos logros, se halla la Mano de pie (hacia 1937) de Julio González, un prodigio de estilización que, sin pretender los extremos de la abstracción, relativiza y adelgaza lo figurativo hasta límites de gran tensión, dotando a la pieza de un airoso equilibrio de sobresaliente valor intrínseco. Algo más tarde, Pablo Picasso –de quien alguien ha afirmado que en escultura no siguió métodos ni sistemas– firma Mujer sentada (1945), una pieza en la que subsisten lejanas raíces cubistas y primitivistas al servicio de intenciones espirituales.
Más avanzado el siglo, encontramos obras de delicada belleza, como las Dos figuras tumbadas (1974) del británico Lynn Chadwick o el Jano (1975) del alemán Max Ernst, en que el empleo de elementos de la naturaleza, la confusión de los sexos y el humor aproximan la obra al arte primitivo. La Guitarra núm. 18 (1984), de Pablo Serrano, es una obra maestra que da fe del informalismo más afortunado, evolucionado en este caso en torno a cánones neocubistas. Otras experiencias interesantes son la Venus à la pomme (1986) de Arman, la hermosa Presque assise (1988) de Agustín Cárdenas o esa pieza similar a una estela, de contenidos entre musicales, rúnicos y cuneiformes, que Arnaldo Pomodoro firma Sin título (1998). El Gramófono (2001) de sir Anthony Caro es un magnífico juguete que, en eficaz clave humorística, pone en tela de juicio la comunicación y la identidad humana. Última Hora.
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