23 noviembre 2005

Encrucijadas

Velcha Vélchev. Quo vadis, domine? - Fran Reus

Todavía hay una semana para visitar la muestra de Velcha Vélchev (Dimitrovgrad, 1959) en la calle Concepción. Serbio de apellido búlgaro, Vélchev se afincó en Mallorca en 1991, huyendo de los conflictos balcánicos de la época. Su comarca natal, fronteriza con Bulgaria, perteneció a ésta hasta 1919 y está poblada por una minoría nacional que ha sufrido desde entonces dura represión y, desde el acceso de los comunistas al poder, y especialmente en la era Milosevic, ha estado sometida a un subdesarrollo programado y al despojo de su identidad. Si a un pasado colectivo de precariedad económica, paro estructural, emigración forzada, incomunicación física, represión del idioma y conflicto sociopolítico larvado, añadimos una dictadura feroz, varias guerras y –por fin– una sensibilidad artística, el resultado ha de ser una obra de grandes contrastes, de preguntas explícitas, de lutos y esperanzas.

En esta primera incursión verdaderamente no figurativa de un artista que ha demostrado en otras ocasiones el dominio de la técnica mixta, la factura sólo aparentemente irresuelta de los cuadros somete todo –es decir, la existencia– a la condición de magma. La integración de pintura y materiales dados, tanto industriales (cartones, alambres) como naturales (caracoles) en ordenada disposición de filas y columnas, opera en el sentido de proporcionar alguna referencia estructural y de pensamiento, algún detalle que con levedad remita a un orden visible. El empleo de textos y otros signos incorporados al discurso plástico insiste en el esfuerzo por dotar de inteligibilidad a lo ininteligible: palabras integradas en esas composiciones de carácter magmático, pero también simbolismos muy escuetos en las espirales, en esas cruces que, a veces, parecen denotar encrucijadas, y otras sembrar camposantos de terrible evocación. Las inscripciones, como los contrastes y las gradaciones de blancos y negros, traducen con un tono vagamente evangélico la búsqueda del sentido en medio de un caos de contrasentidos: un “No somos nada y lo somos todo” que desafía a la muerte; un “Caminos” y un “Quo vadis, domine?” que manifiestan una voluntad bastante explícita: la de forjar un íter existencial y, por tanto, artístico. El artista y el hombre son, al fin y al cabo, sufridos viajeros, y escoger sendero es su oficio. Última Hora.

17 noviembre 2005

El proceso como vía

Miquel Planas Rosselló - Mediterrània

La crítica ha señalado el apego a la estructura como característica fundamental en la obra de Miquel Àngel Planas Rosselló (Palma de Mallorca, 1961). Su innegable racionalidad y una voluntad arquitectónica que impregna tanto sus formatos pequeños como los monumentales aparecen como criterio básico en su forma de entender la obra. No tan impersonal que pueda asignársele otra cosa que cierta deuda general con el minimalismo, Planas promueve con sus piezas, a primera vista sencillas, una visión compleja de la realidad. Desde un proyecto concebido detalladamente y por medio de una manipulación muy precisa de los materiales, sólo aparentemente aleatoria o descuidada, da a entender el proceso de fabricación de la obra, por un lado, y evoca por otro conflictos humanos cuya resolución sólo el artista está en disposición de sintetizar. Desde su Díptic I (1992), Planas anunciaba esa voluntad de apaciguar dicotomías en un producto unitario, con el agravante de cuestionar, además, una práctica escultórica decantada por siglos de verticalidad, de predominio del volumen sobre el plano y de oposición funcional con respecto a la pintura.

La horizontalidad que ya resultaba evidente en los noventa, el interés por el plano y sus imperfecciones y la idea de orden como sustento necesario de toda creación y, pese a todo, aspiración frustrada –un orden desautorizado por fuerzas superiores, o bien un orden por restaurar–, han sobrevivido en la obra más actual de Planas. Hay tendencia en ella a resaltar los procesos y, por tanto, a mostrar productos mixtos en su geometría, en sus materiales o en su acabado. Las retículas parecen sobrevivir a la disolución del objeto dado o, tal vez, acometer una reconstrucción de su tejido que se nos presenta inacabada y, por lo mismo, viva. En su serie Escletxes, hierros de presencia industrial presentan hendiduras u orificios de aspecto casual. El equilibrio de sus composiciones –paradójico, como ha escrito con acierto Virginia Roy–, pese a quebraduras y asimetrías, resulta de una índole cálidamente humana: como si, en el curso de la búsqueda, Planas hubiese dado con la clave de tanto desequilibrio, de tanta pregunta sin respuesta en torno al sentido de la obra y, por tanto, de la realidad. Última Hora.

09 noviembre 2005

Company: el espacio compartido

Ramon Company. Nexus - ABA Art

La trayectoria artística de Ramon Company (Alcudia, 1973) es el diario de una búsqueda. A lo largo de sus hasta ahora once exposiciones individuales, su trabajo gira en torno a unas claves más o menos constantes, constituyendo en definitiva una especie de suite siempre inconclusa. Las diversas variaciones, sin recurso al estruendo ni efectismo alguno, van enriqueciendo con los años el núcleo intelectual y sensorial de una obra en la que resultan evidentes una sobresaliente voluntad de discurso y una alta densidad meditativa. Por todo ello no es gratuito que en el año que va terminando la obra de Company haya alcanzado aceptación en ferias internacionales de arte como las de Miami y Corea.

En evolución desde imágenes iniciales más desoladas, aunque siempre manteniendo la preferencia por los tonos rojos, anaranjados y terrosos, Company sigue apostando por representaciones fantasmales pero amables del hombre, con una buena dosis de interrogación en su presencia. Los rasgos individuales no existen y los contornos que deberían acotar a esos individuos quedan difuminados, como si lo más relevante de su presencia fuera, hombro con hombro, el contacto entre ellos: distintos pero indistinguibles. Los títulos que iluminan la serie ponen en relación los términos de la habitabilidad (Espai, Home, Habitacle) con los de la comunicación: Nexus. El acabado característico de las piezas de Company, que simula el deterioro del tiempo, la gastadura, el desconchado y la humedad sobre una superficie ya originalmente irregular, contribuye a dotar a la imagen de humanidad. Si en pasadas muestras círculos y laberintos denotaban aislamiento, la figura humana se presenta ahora en su faceta más social: estructuras abiertas, simetrías y repeticiones insisten en los aspectos de orden, cotidianeidad y fluidez que necesariamente conlleva la comunicación. De igual forma, el empleo de patrones geométricos y vegetales manifiesta el anhelo de un espacio cómodo y, por otro lado, devuelve a la memoria decoraciones relacionadas con arquitecturas mediterráneas que, nuevamente, evocan la noción de espacio habitable y compartido que parece permear el conjunto. Colores, textura, técnica y motivos contribuyen a recrear una atmósfera primitivista que acerca la obra al contexto mágico –y, por consiguiente, social– del que el arte tal vez nunca debió desprenderse. Última Hora.