26 abril 2007

La edad de oro del paisaje mallorquín

Un segle de paisatgisme a les Illes Balears - Es Baluard

Presenta Es Baluard una representativa colección de paisajistas mallorquines de entre 1850 y 1950, comenzando por el palmesano Joan O’Neille, quien –aparte precedentes neoclásicos como Guillem Mesquida o el primitivo Jaume Nadal– puede considerarse fundador del paisajismo en las islas tanto por su obra plástica, de un lirismo de corte romántico muy acorde con la Renaixença, como por su teorización: Tratado de paisaje (1862). Otros precursores, encuadrados ya en esquemas realistas, serán los también palmesanos Ricard Anckermann y Antoni Ribas, especializado en marinas.

Es entre 1890 y 1914 cuando una serie de pintores catalanes o de alguna forma relacionados con el arte catalán importan a las islas el modernismo, transformando definitivamente la manera de concebir el paisaje: Francesc Gimeno, Eliseu Meifrén, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir, Marià Pidelaserra y Sebastià Junyer; el simbolista belga William Degouve de Nuncques; y los americanos Francisco Bernareggi, Pedro Blanes y Cesáreo Bernaldo de Quirós. Se trata de una época de efervescencia cultural sin precedentes en Mallorca (la de filólogos como Antoni Maria Alcover, poetas como Costa i Llobera, Miquel dels Sants Oliver y Joan Alcover, arquitectos como Gaudí, Bennàzar, Alenyar o Domènech, músicos como Capllonch y Noguera, la Societat Arqueològica Lul·liana... Los pintores modernistas prolongan la concepción romántica de un paisaje virgen, casi mítico; de la misma forma en que Gauguin descubre Tahití, Rusiñol y Mir descubren Mallorca. El primero la estiliza, y al último lo transforma por completo. De Mir, siempre en busca de la luz, es el impresionante fragmento de la decoración mural de la Casa Trinxet (1904). Responderán a ese impulso modernista notables artistas mallorquines como Llorenç Cerdà, Joan Fuster o Antoni Gelabert.

Joaquim Mir, Decoración mural de la Casa Trinxet (fragmento, 1904)

Un Hermen Anglada-Camarasa influido por las corrientes europeas prolongará en los años diez y veinte los efectos del simbolismo, con gran éxito internacional. En los mismos años se incorporan al paisajismo postmodernista mallorquín otros hispanoamericanos como Atilio Boveri (hermosísima su serie de grabados seleccionada), Roberto Montenegro y Tito Cittadini. Se cierra el recorrido de la exposición (en el que se echan de menos algunas importantes figuras muy relacionadas con el paisaje mallorquín como Casimir Tarrassó, Joaquín Sorolla e incluso John Singer Sargent) con otros paisajistas del siglo XX, de los que quizá destaque Antoni Fuster Valiente. Última Hora.

12 abril 2007

La geometría más cálida

Pere Bennàssar. Estels de zel-ligs - Fran Reus

Pere Bennàssar (Felanitx, 1963) lleva la artesanía en las venas, tal vez porque desde niño se vio rodeado de artistas y artesanos en la fábrica familiar de cerámica. Con motivo de su última participación en una exposición colectiva (EstormiART, una muestra radicalmente ligada a lo artesanal, promovida por el Ayuntamiento de Capdepera y actualmente itinerante por Mallorca), el artista manifestaba su convicción de que el pueblo es “el auténtico poseedor de la humildad y la sencillez que son requisitos indispensables para conocer la belleza que nos lleva hacia un pensamiento sencillo, sosegado y puro”. Profundamente coherente con estos presupuestos estéticos, Bennàssar presenta hoy un trabajo fruto de su experiencia de varios años con la alfarería bereber de Marruecos. A su exposición acuden dos imponentes piezas de cerámica de Tameslohte que demuestran que Bennàssar no es el único felanitxer que se deja seducir por la sabiduría norteafricana y que con seguridad no es el que peor la ha interiorizado. Los alfareros de aquella localidad cercana a Marraquech sobresalen entre los de su país pese a las condiciones técnicas y laborales de su actividad, próximas al medievo.

La serie pictórica tiene su antecedente más cercano en la exposición de 2005 en Altair; en ocasiones se tiñe de los tonos y las texturas del barro cocido, pero en general retoma la policromía y el aire cubista que ya eran básicos en su estilo, a los que añade la analogía con el zel-lig o azulejo, mosaico cerámico típico del arte islámico. Adoptado desde el siglo XIII por los meriníes de Fez y los nazaríes de Granada como decoración en la mayor parte de sus edificios, el azulejo se compone de fragmentos de forma, color y tamaños diversos que fuerzan una composición compleja y muy consciente del elemento matemático. Algo que tiene bastante que ver con esos compartimentos característicos de Bennàssar y con su creciente rigor geométrico: piezas tan equilibradas y sugerentes como Nord d’Àfrica inscriben una página propia en la historia de las naturalezas muertas. La destreza en la elección y manejo de los colores y la recurrencia de ciertos motivos (cerámicas, pescados, teteras, estrellas de zel-lig), en aparente totum revolutum, estructuran espacios simbólicos de un enorme rendimiento comunicativo. Última Hora.

06 abril 2007

Metaplástica, filosofía del arte, historia del arte

Equipo Crónica. Crónicas Reales - Fundación March

Vi por primera vez una exposición del Equipo Crónica en la Universidad de Salamanca en 1990. Ya hacía nueve años que había desaparecido Rafael Solbes y el tirón del equipo era aún brutal; hoy, más de veinticinco años después de su disolución, asombra la vigencia de su obra y de su discurso teórico. En el vídeo que acompaña la magnífica exposición de la March (un programa en blanco y negro de la TVE de la época), Manolo Valdés y Rafael Solbes analizan su trabajo y hablan de la función del arte en nuestra sociedad, de la imposibilidad del arte popular y de qué puede constituir, no obstante, un arte progresivo y positivo. La solidez de su teorización, arraigada en una concepción filosófica marxista de la sociedad y del arte, contrasta con el discurso intrascendente de buena parte de los artistas contemporáneos, y en especial de aquéllos que hemos dado en describir como pop. Cuando oigo a alguien calificar una obra del Equipo Crónica de “icono pop”, no puedo evitar sonreír: sólo en aspectos parciales se puede comparar la colosal, densísima obra de estos dos valencianos con la oquedad conceptual a que nos acostumbraron aquellos afortunados publicistas.

La muestra se centra en una de las temáticas más conocidas del dúo. Con el pretexto de la obra cortesana de Velázquez y sus ecos en Picasso y otros autores (un pretexto bien escogido dadas su complejidad plástica y su enorme virtualidad conceptual), el Equipo Crónica fabricó un universo de reelaboraciones en las que entran a formar parte la crítica social y política del momento, la reflexión sobre el significado del arte, la manifestación de los procesos conceptuales y técnicos en una valiosa suerte de metaplástica, el análisis sociológico y antropológico, lo kitsch, la filosofía... Solbes y Valdés presentan en cada uno de sus cuadros tal entramado de contenidos que el mismo tejido conceptual viene a ser contenido. El permanente interés por su obra (exposiciones, numerosas publicaciones) hacen de estos artistas algo más que mero arte contemporáneo: de Velázquez a Goya, de éste a Picasso y de aquí a Equipo Crónica, estamos hablando de historia del arte y de arte para reflexionar; como si hubiera otro tipo de arte. Última Hora.