HORACIO SAPERE EXPONE EN IBIZA, A PARTIR DEL MARTES, SU ORACIÓ
PER LA SAL
Oració per la sal versa, como casi
toda la obra de Horacio Sapere (Buenos Aires, 1951), “sobre el tiempo y el
espacio”, sobre la interacción entre emoción y razón, todo ello “como si fueran
capas del pensamiento”. Los elementos que percibimos y las ideas que sugiere la
obra se interrelacionan a través del simbolismo de objetos que “siempre tienen
algo de provocador y catártico”, asegura su autor. En este caso, la sal es el
“motivo atávico” que sirve de pretexto para relacionar elementos de reflexión y
de disposición como su antigüedad, su relación con su entorno, su plasticidad
(la sal, en este caso, “busca su camino expresivo, quiere que la reconozcas”), su
colocación sobre un gran ocho de Moebius que es “un circuito cerrado sin fin y,
paradójicamente, una pieza liberadora en sí”.
Sapere
desarrolló este proyecto en 2014 gracias al impulso de la comisaria Bel Galmès.
“Ella me invitó a realizar este trabajo, quería una intervención sobre la sal
para su proyecto en Ses Salines, Lloc i memòria”.
Por entonces el artista estaba trabajando con la idea de la banda de Moebius, “y
cuando nos encontramos fue como una conexión que nos faltaba. El proyecto de
Bel entraba directamente en mis intereses de concepto”. El fruto de esta
fecunda colaboración, que ya pudimos admirar hace aproximadamente un año en Mallorca,
vuelve a exponerse a partir del martes en Ibiza, en el espacio público Es
Polvorí y de la mano de Tracalics.
¿Por
qué Oració? “El tema de la oración”,
aclara Sapere, “es un punto muy íntimo. Tiene que ver con lo sacro; para mí es
como un mantra que a veces te obliga a mirarte a ti mismo, como un susurro, una
canción que te gusta, que a veces te fortalece… Ese es el sentido para mí, no
importa que tenga una imagen; es una sensación, un ritmo”. De hecho, el montaje
se acompaña del sonido de la sal y de cuencos tibetanos en una pieza compuesta
entre abril y mayo de 2014 por Lord 909 y el mismo artista bajo el título Salt Spirit.
La
muestra consta de un soporte metálico en forma de ocho de 750 cm. de largo, con
35 placas por encima, cubiertas de materiales como la sal y los sarmientos; dos
pinturas de 130 x 160 sobre lona sintética negra; una pieza de 1.200 x 60 sobre
lona negra con los ochos como tema y los cuatro colores de inspiración luliana;
doce ejercicios preliminares sobre la misma lona; y una serigrafía neoyorquina
de 112 x 72 titulada Infinito.
Entre Nueva York y
Palma
Desde
2011 Sapere cuenta con un estudio en Nueva York, donde pasa buena parte del
año. “Es posiblemente la ciudad más cruel del planeta y también la más
ecléctica, de unas cargas de energía brutales que están vinculadas con
todas las culturas que acoge”, afirma.
Para
el bonaerense afincado en Palma, “Nueva York es la ciudad ideal para trabajar y
conectar con ciertos asuntos como no podrías en otras condiciones. Te
despiertas con las sirenas, lees y trabajas, amas y odias, piensas y te metes a
escuchar jazz, comes o no comes… Para mí, y me imagino que para muchos
creadores, esto representa 24 horas sobre 24 pensando en arte: es casi ideal”.
Sin embargo, la Gran Manzana no le sirve a Sapere
de excusa para evadirse. “Ni me desvinculo ni me olvido de la atmósfera social
de España, de Mallorca y de cada trocito de planeta que se me aparece. Quizás
esto sea una vieja costumbre, de la época de estudiante… Tengo algunas
anécdotas de cómo la presencia de España es palpable en el día a día también
allá, como todo lo latino. A veces tienes ganas de salir corriendo por alguna
puerta… ¡Desde fuera, incluso en una ciudad como Nueva York, donde hay de todo,
percibes más nítidamente el desasosiego de estos últimos años…!” El Mundo-El Día de Baleares.
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