En este espacio y a propósito de otra exposición exhibida en Es Baluard escribimos en su día sobre la poesía visual de Joan Brossa. Podríamos citar también los artefactos del chileno Nicanor Parra como obras que borran los límites entre logos e imago, sin que podamos decidir rotundamente si el autor es un escritor o integra la legión de los artistas plásticos. En La paraula pintada, sin embargo, no nos encontramos ante autores fronterizos; no se trata aquí de la ausencia de distinción entre géneros o disciplinas, sino más bien de artistas que, siendo principalmente escritores, han abordado las artes plásticas como una vía secundaria –a veces, más bien, paralela– de expresión de sus inquietudes. La nómina representada no agota el número de los personajes que se han hallado sometidos a esa doble tensión creativa, pero es muy significativa: Rafael Alberti, William Blake, Joan Bonet, Antonio Buero Vallejo, Dino Buzzati, Camilo José Cela, Jean Cocteau, Feliu Elias “Apa”, Federico García Lorca, Günter Grass, Hermann Hesse, Victor Hugo, Pierre Loti, el archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena, Apel·les Mestres, Henri Michaux, Benito Pérez Galdós, Alfonso Rodríguez Castelao, Santiago Rusiñol, George Sand, Bruno Schulz, August Strindberg y Roland Topor visitan estos días el subterráneo del viejo baluarte.
Dino Buzzati, Primo amore (1930)
La exposición nos lleva de los escritores que frecuentaron el dibujo, el grabado o la pintura como juego (Lorca), complemento (Alberti, Cela) o ilustración (Galdós, el Archiduque), sin gran alcance artístico, a aquéllos que pueden ser juzgados artistas plásticos tanto como escritores. Sin que olvidemos a los maestros catalanes Mestres y Rusiñol, a un Schulz influido por Max Beckmann, a Blake y sus grabados visionarios o al terrible y comprometido Castelao, a mi juicio destacan con especial fulgor dos artistas nórdicos. Sin llegar a maestro, Herman Hesse concibe su obra como pieza orgánica y autónoma, que no requiere del concurso de otras artes y se pone en valor por sí sola. Resulta evidente que, por su parte, el dramaturgo sueco Strindberg pone toda la carne en el asador y alcanza, con sus impresionantes marinas, unas cotas de calidad excelentes que lo hacen digno precedente del expresionismo y la abstracción. Última Hora.
1 comentario:
Lástima no estar en Palma para ver esta exposición. Siempre me han impresionado las tintas de Victor Hugo. Cuando las veo pienso estoy ante un maestro de la pintura. Pero estoy ante un maestro de la literatura. Un maestro es un maestro. JJ
Publicar un comentario