30 marzo 2005

Las rendijas de la realidad

Rafael Canogar. Arquitecturas fragmentadas - Centre Cultural Contemporani Pelaires

Canogar presenta en Pelaires una serie de cuarenta y nueve piezas fechadas entre 2000 y 2005 (a excepción de tres, que se remontan a 1994-1999 pero se integran en la muestra con coherencia). Se trata, pues, de una buena muestra de lo más reciente del prolífico artista. Sobre su obra, la crítica señala habitualmente una trayectoria de ida y vuelta entre los polos de la abstracción y la figuración, y también una marcada despreocupación por el éxito y la comodidad, que periódicamente lo ha llevado a desarrollar cambios en su línea de trabajo. Canogar, así, representaría vivamente, dentro de los límites de su individualidad artística, la “tradición de la ruptura” en que según Octavio Paz consiste el arte de vanguardia.

En los últimos años, el toledano se ha inclinado hacia una abstracción de resonancias arquitectónicas en sus títulos, que aluden (Propileo, Pronaos, Basa, Arco) a arqueologías “perdidas, hundidas, aplastadas y aprisionadas hasta convertirse en imágenes de un universo mudo evocador de construcciones primarias sin retorno”, en palabras de Víctor Nieto Alcaide. La relación entre el texto artístico y el extratexto, aparentemente azarosa, no es de carácter referencial, sino que se enmarca en el contexto de un signo complejo, dotado de diferentes vías de acceso y un sentido metafórico abierto. La pintura de Canogar es el arte de la sutileza, de la reflexión sobre el matiz diminuto.

En ese sentido de regreso a lo primordial se da el empleo de soportes de límites indefinidos y consistencias irregulares: bajo las manchas de vivos colores y geometrías perfectas, los materiales empleados (madera, cartón, papel, pasta de papel, pedazos de fotografía, objetos cotidianos, cristales, chapa, plásticos) ofrecen rugosidades, roturas en los márgenes, discontinuidades entre la madera y el cartón o entre éste y el contrachapado, como si la materia se opusiera al deseo de orden de quien interviene sobre la realidad. El ensamblaje se efectúa de forma que sea visible el debate entre la acción artística y una realidad inatacable o, más que debate, la decidida preeminencia de ésta. El artista se separa de sí, se multiplica o se fragmenta, interviene para destacar aquello que le es anterior, se hace consciente de que vivir consiste en aproximarse a la muerte y, paralelamente, en dejar de ser criatura para convertirse en creador. Paradójicamente, recorre el camino inverso a la creación para interpretar las verdaderas necesidades del arte. Exponiendo las primitivas potencias de la materia, Canogar manifiesta la futilidad de la construcción humana frente a una realidad definitivamente quebradiza. A lo humano, como queda patente en el deje figurativo de una obra como Frontera (2004), sólo le toca habitar las rendijas de esa realidad. Última Hora.

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