Eva Choung-Fux. Dedicatòries (nou cicles) - Estación del Ferrocarril de Sóller en Palma
Una de las posibilidades del arte (seguramente una de sus obligaciones) es la de recoger las emociones personales para convertirlas en reflexión universal, trascendiendo su original motivación y haciéndolas útiles a todos. Así piensa Eva Choung-Fux (Viena, 1935), y así lo practica. Experiencias estéticas y vitales, hallazgos físicos o espirituales, lecturas, reivindicaciones: todo lo pone al servicio de la comunidad que la acogió, aportando su gesto al bosque de gestos en que al cabo consiste nuestra conciencia colectiva. Eva ha escogido hoy pequeños formatos procedentes de los últimos años y relacionados con Mallorca o con escritores a los que ha querido homenajear. Tres ingredientes tienen siempre un peso especial en el trabajo de Eva: la reivindicación de la memoria, la escritura como gesto y la idea de ciclo.
Ciclo no es sólo la descripción de un trabajo seriado; es también conciencia de la circularidad de la vida, mecánica según la que las cosas se suceden y se repiten, una manera inteligente de percibir como perfectos los procesos naturales e integrarlos en la obra y en la vida. La ciclicidad asumida se encuentra claramente en ese recoger objetos náufragos que un día fueron útiles para el hombre, y antes madera y árbol, y antes savia, minerales... Eva toma esos objetos prácticamente arruinados, elabora una nueva disposición sobre el papel y consigue proporcionarles nueva utilidad. Inmoviliza el momento presente mediante la impronta del pasado y propone una nueva interpretación que el futuro se encargará de reelaborar... Así funciona la hermosa serie Mallorca Pieces (2002-2003), y así el Homenaje a Damià Huguet-Poemas (2005) devuelve a la huella un aliento casi orgánico.
Pero hablábamos de memoria y escritura. La memoria es, en la obra de Choung-Fux, independientemente del material y la técnica con que trabaje –grabado, óleo, fotografía o vídeo– un expediente ético: no olvidar es aprender de los aciertos y de los errores del pasado. La escritura, impregnada en Eva del valor autónomo del grafismo en el arte oriental y contextuada en esa convicción cíclica a que aludíamos, recoge la memoria y por medio de la repetición la transforma en poema visual, en mantra, en oración, en novedoso proceso estético veteado de ética: en gesto vivo. Última Hora.
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