Manolo Valdés en Palma. Esculturas monumentales - “Arte en la calle”. Paseo del Borne
En palabras de Valeriano Bozal, Manolo Valdés (Valencia, 1942) “ha empezado tres veces”. El artista ha pasado por tres etapas: como pintor informalista, hasta 1965; como miembro del Equipo Crónica, que marca su trayectoria con huella y prestigio indelebles, hasta 1981; y una tercera fase en solitario como pintor y escultor, de la que la última fecha mencionada constituyó un forzado y complicado recomienzo. No obstante, el trabajo de Valdés, aun conservando preocupaciones y temas de tiempos anteriores, ha adquirido una personalidad y una densidad que le son propias de manera contundente. La impagable muestra que hoy nos ofrecen la Fundación “la Caixa” y el Ayuntamiento de Palma es buena prueba de esa personalidad artística. Las meninas, las damas y los colosos de Valdés nos obligan a preguntarnos cuál es el secreto de su rotunda eficacia; su escultura se presta a varios niveles de análisis, y precisamente por eso funciona a la perfección como ornamento público popular, pero también como objeto de disfrute estético complejo.
Uno de los principales ingredientes de su obra consiste en el empleo de procesos de oposición: en general, la conjugación de lo sencillo y lo complejo; la reinterpretación de temas clásicos en un sentido esencialista o simplificador, como hace con sus Meninas (2005), pero también la sucesiva complicación matérica y dispositiva del icono resultante; la instalación de las piezas como elementos asumibles por el paisaje, pero igualmente la introducción de factores de reflexión estética puramente autónomos, como el diálogo establecido entre formas suaves, basadas en la yuxtaposición de óvalos, y complementos más problemáticos, tocados que desafían la lógica del discurso y el mismo equilibrio físico de la pieza. En sus magníficos Colosos (2005), las referencias a arquitecturas fortificadas en los tocados y a sillerías ancestrales en el ensamblaje de los rostros nos conducen a un mundo de irónica seguridad o solemnidad que demuestra la sabia adaptación del artista al ámbito de la escultura urbana. Brancusi no anda lejos en su manera de moldear los materiales en volúmenes muy estilizados (Valdés no es un tallador), ni los maestros clásicos y modernos que, desde siempre y a veces de manera obsesiva, le aportan la base de sus iconos vivos. Última Hora.
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