Gottlieb escultor - Fundació Pilar i Joan Miró
Lleonard Muntaner, que de arte entiende lo suyo, suele decirme que a él, cada vez más, le gusta el arte “que le cuente algo”. Hace unas semanas hablábamos aquí de Igor Mitoraj y del sentido más moderno que contemporáneo de sus esculturas expuestas sobre la muralla de Palma: comprometidas con lo humano antes que cualquier otra consideración. Nos encontramos hoy ante un artista neoyorquino que sí parece más contemporáneo que moderno: Adolph Gottlieb (1903-1974), un pintor –en este caso escultor– que paradójicamente, en una carta abierta que publicó en 1943 junto a Rothko, defendió un arte portador de contenido y que éste se relacionase con “la naturaleza trágica y atemporal”. En su evolución hacia el expresionismo abstracto encontramos un afán por captar esa atemporalidad, esa universalidad integrada en la naturaleza que lo colocaría en las filas del arte contemporáneo y que lo acercaría tanto a artistas como Miró o, en el terreno de la escultura y siguiendo la percepción del comisario Sanford Hirsch, David Smith y Alexander Calder. Gottlieb no quiere contarnos nada; nos muestra una realidad alternativa, basada en un equilibrio abstracto y chillón de formas y colores.
Entre 1967 y 1969, tratándose ya de uno de los artistas más respetados en los Estados Unidos, a Gottlieb le interesó trasladar a las tres dimensiones aquello que venía haciendo desde hacía décadas sobre la tela o el cartón: ensartar formas estandarizadas, más o menos dinámicas, a lo largo de un eje que les prestase organicidad. Según Hirsch, el proceso supuso un antes y un después: adaptar a las tres dimensiones lo que sobre el lienzo no se sabía si era o no paisaje (es decir: integrarlo en el paisaje) abocó a Gottlieb a simplificar e intensificar los colores para dotar a la pieza de autonomía. El resultado, una vez satisfecho este impulso experimentador, fue un corpus escultórico breve pero muy coherente y, a continuación, una última fase pictórica en la que Gottlieb ejecutó su obra recurriendo a la máxima sencillez formal y la simplificación cromática aprehendidas en el proceso. La actual muestra de la FPJM recoge con magnífica exactitud esta fase de la obra de un artista de una elegancia y una minuciosidad reconocidas. Última Hora.
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