22 marzo 2006

Arte y espíritu

José Aranda. Oh, Israel! - Fran Reus

La trayectoria de José Aranda Bosch (Palma de Mallorca, 1961) es sobradamente conocida como para que aquí necesitemos glosarla; me interesa solamente destacar dos aspectos de su carrera. El primero es su condición de artista integral: igual que ninguna emoción le resulta inaccesible, ningún medio artístico le es ajeno. Pintor y escultor, discípulo de Joaquim Torrens Lladó y de Antonio Saura, ha expuesto en Madrid, Barcelona, París, Nueva York y Chicago, entre otros muchos lugares. No hace más de dos meses publicó su Diari d’Etiòpia i d’Eritrea (2006), que añade la escritura del yo a las incursiones en otros géneros como la poesía (Homo pro se, 1990) o la novela (La montaña oscura, 1998; Joe Martínez. Caso cerrado, 2001). Es así mismo autor de cortometrajes (Le Miró imaginaire, 1993; Corderos de Alá, 2005). Aranda no sólo trabaja, sino que vive como los artistas: cada segundo, con cada poro. Un segundo aspecto que me interesa de su biografía es su obsesión viajera, que lo hace heredero de los artistas románticos y que le sirve para ampliar su mundo de sensaciones y, por tanto, su mundo creado.

La frescura del trabajo sobre el terreno da particular interés a la presente exposición, en cuyos apuntes la acuarela, el guache y el lápiz se mestizan con la arena del desierto de Negev o con recortes de la prensa hebrea. Esa frescura y el dominio de Aranda de la composición compensan el esquematismo de las notas de campo, en las que el pintor ya transmite sensaciones de conjunto verosímiles a través de manchas de color que no necesariamente lo son. En las obras a posteriori, realizadas sobre esos apuntes tras el regreso, desaparece la provisionalidad; perduran las gamas apasionadas y los elementos expresionistas que caracterizaron su obra hasta hace unos años y destaca el mencionado objetivo de trasladar al espectador visiones de conjunto teñidas de subjetividad, diapositivas del alma del artista en cada etapa de su viaje, que suponen o quieren suponer un recorrido iniciático. Se trata sin duda de un tránsito, de una profundización en la actitud que Aranda parece tener minuciosamente presente: el arte como expediente para compartir la experiencia espiritual. Última Hora.

El Santo Sepulcro (2005)

3 comentarios:

Unknown dijo...

ME encanta la obra de este artista mallorquin llamado jose aranda,con sus colores logra transmitir la luz que nos rodea de una forma onírica y sensual en sus formas. Logra que de nuevo podamos admirar el arte de la pintura en su esencia. Nunca te deja indiferente. por eso me considero una admiradora suya.

Anónimo dijo...

ARANDA ES UN GENIO EN POTENCIA QUE NO SE CALLA LAS VERDADES. ¡MENUDO ARTISTAZO ESTE TIO QUE ES LO MAS AUTENTICO Y COJONUDO QUE ME HE ENCONTRADO EN LA MARCHA NOCTURNA DE PALMA. ES DE LA CASTA DE VAN GOGH Y TOULOUSE LOUTEC, GAUGUIN Y ESA RAZA DE GENIOS. JUAN MANRIQUE.

Anónimo dijo...

EL PINTOR ARANDA VA A SER EL GENIO DEL SIGLO XXI. en el 2020 sera mejor que picasso. MATIAS ENSEÑAT