Xisco Fuentes. Pintures i gravats - Manzana 50
El tema de las ruinas ha servido de inspiración a poetas y artistas plásticos desde la época clásica; Roma, Itálica y la Granada árabe permitieron a Du Bellay, Rodrigo Caro o Washington Irving adentrarse en los terrenos de la melancolía y la reflexión sobre la vanidad, la decadencia, la corrupción y, en definitiva, la fugacidad de la existencia. Quevedo imitó los versos del primero: “¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura/ huyó lo que era firme, y solamente/ lo fugitivo permanece y dura”. A veces, ni siquiera nos es dado contemplar unas ruinas que nos hagan evocar el pasado –mejor o peor, pero propio–, y sólo nos queda lo fugitivo, lo que seguramente menos importa.
No es la primera vez que Xisco Fuentes (Nerpio, Albacete, 1958) trata el tema de la Palma que desaparece. Este mallorquín de crianza había protagonizado exposiciones como Sa Gerreria (1994) o Fábricas (2004), en las que su interés por la ciudad que sucumbe poco a poco ante el empuje del progreso proporcionó frutos de una calidez entrañable, que hoy suponen un hermoso testimonio de cierta Palma anterior a la especulación. Su trabajo, a medio camino entre el oficio minucioso del artesano más figurativo y la intuición del artista, incluye conocimientos propios del arquitecto y el ingeniero: sus planos y alzados, sus fachadas de aspecto avejentado, sus diseños de piezas de maquinaria y estructuras industriales son técnicamente irreprochables. Esta vez ha escogido imágenes del Pont des Tren recientemente demolido, ya perteneciente sin remedio al territorio de la memoria. Con una actitud muy determinada y explícita con respecto a la polémica decisión de las autoridades de suprimir el puente de Gaspar Bennàssar, Fuentes presta a la protesta civil el calor del óleo y el desconchado del recuerdo. En El vagón 2013 y el puente, éste es sólo irrenunciable paisaje. La condición técnica del grabado Homenatge a Gaspar Bennàssar, en cambio, hace protagonista –frente a tanta negación– a la estructura: a la afirmación del hombre como creador de realidades habitadas.
Lucano nos lo advirtió: etiam periere ruinae. Hasta las ruinas han perecido. Pero mientras alguien emplee sus manos en el dibujo de la memoria, todavía seremos nosotros. Última Hora.
El tema de las ruinas ha servido de inspiración a poetas y artistas plásticos desde la época clásica; Roma, Itálica y la Granada árabe permitieron a Du Bellay, Rodrigo Caro o Washington Irving adentrarse en los terrenos de la melancolía y la reflexión sobre la vanidad, la decadencia, la corrupción y, en definitiva, la fugacidad de la existencia. Quevedo imitó los versos del primero: “¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura/ huyó lo que era firme, y solamente/ lo fugitivo permanece y dura”. A veces, ni siquiera nos es dado contemplar unas ruinas que nos hagan evocar el pasado –mejor o peor, pero propio–, y sólo nos queda lo fugitivo, lo que seguramente menos importa.
No es la primera vez que Xisco Fuentes (Nerpio, Albacete, 1958) trata el tema de la Palma que desaparece. Este mallorquín de crianza había protagonizado exposiciones como Sa Gerreria (1994) o Fábricas (2004), en las que su interés por la ciudad que sucumbe poco a poco ante el empuje del progreso proporcionó frutos de una calidez entrañable, que hoy suponen un hermoso testimonio de cierta Palma anterior a la especulación. Su trabajo, a medio camino entre el oficio minucioso del artesano más figurativo y la intuición del artista, incluye conocimientos propios del arquitecto y el ingeniero: sus planos y alzados, sus fachadas de aspecto avejentado, sus diseños de piezas de maquinaria y estructuras industriales son técnicamente irreprochables. Esta vez ha escogido imágenes del Pont des Tren recientemente demolido, ya perteneciente sin remedio al territorio de la memoria. Con una actitud muy determinada y explícita con respecto a la polémica decisión de las autoridades de suprimir el puente de Gaspar Bennàssar, Fuentes presta a la protesta civil el calor del óleo y el desconchado del recuerdo. En El vagón 2013 y el puente, éste es sólo irrenunciable paisaje. La condición técnica del grabado Homenatge a Gaspar Bennàssar, en cambio, hace protagonista –frente a tanta negación– a la estructura: a la afirmación del hombre como creador de realidades habitadas.
Lucano nos lo advirtió: etiam periere ruinae. Hasta las ruinas han perecido. Pero mientras alguien emplee sus manos en el dibujo de la memoria, todavía seremos nosotros. Última Hora.
El vagón 2013 y el puente (1995; detalle)
1 comentario:
¡Qué poético!. Preciosa, imagen por cierto
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