
Me llama la atención por su sutileza uno de los bodegones de la artista, Estiu, que ya se expuso años atrás en la muestra Sensacions (Inca, 2003). En él se sitúan de forma aparentemente inconexa apetitosas tajadas de fruta de temporada. El fondo, a medio camino entre lo abstracto y una suave sugerencia expresionista, integra de forma discreta el collage y dispone los colores a fin de que predomine la impresión de espacio sobre los elementos compositivos. La composición es, pues, tenue, y la luz exagerada, si nos atenemos a la tradición más clásica de la naturaleza muerta. Y, sin embargo, el conjunto tiene un atractivo innegable que tal vez radique en los interrogantes que deja abiertos. Las frutas preparadas para su consumo, sin que nada más nos permita entrever el contexto en que se encuentran sino sólo los colores del verano y el atisbo de un ave multicolor: la evidencia de que en esta escena estival nos faltan datos. No hay comensales, no hay tablero, vajilla ni cubertería. Sólo los colores intensos de la fruta (el melón, la sandía, la papaya) y todo su poder de evocación.
Entre otros asuntos, incluye también la muestra bodegones más canónicos, como el hermoso Taula de festa, y piezas en las que los elementos de la naturaleza muerta integran con buen éxito la composición, como Univers femení. Última Hora.
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