Josep Planas i Montanyà. Fotografia i turisme a les Balears - Casal Solleric
En medio de tanta información útil para el sociólogo y el antropólogo, algunas de las fotografías de Josep Planas i Montanyà (Cardona, 1924) revelan una voluntad estética patente. Si se trataba, ante todo, de un testigo de su tiempo, a partir de los sesenta marcó parte de su obra un acento selectivo que lo aproxima al costumbrista antes que al reportero gráfico. Conforme a postulados comunes con el realismo documental de Català Roca o el neorrealismo italiano, huyó de artificios y jugó con el punto de vista. Lejos de la presunta objetividad del reportaje y la promoción turística, Planas impregna sus instantáneas de una calidez que permite a sus paisanos de adopción sentirse amablemente acogidos por su pasado. En ese sentido, llama especialmente la atención el conjunto de fotografías que dedicó a la Plaza de la Reina en 1961-1962.
Allí se sienta el emigrante: lo identifican su vestimenta raída y una mirada melancólica prolongada sin dramatismo por el magnífico encuadre. El guardia urbano, de impecable uniforme y casco blanco, multa al conductor de un ciclomotor o informa al de un utilitario; los planos múltiples y los vectores de movimiento divergentes (el mozo que empuja un carrito, el vehículo y el guardia en el centro, la calle Conquistador al fondo) logran una imagen muy vital. Cuando Planas fotografía la parada del autobús evita la estaticidad captando las evoluciones mínimas de quienes hacen cola: el señor que rescata una moneda que se le ha caído o la señora que busca en su bolso, también combinando líneas de movimiento con suavidad. Una pareja charla, la actividad de una terraza se difumina al fondo, una turista fotografía algo que queda fuera del encuadre, dos caballeros consultan los resultados de la lotería, una dama pasea su luto, otros se dirigen a sus negocios o llevan la compra frente al Teatro Lírico. Desde el Borne, majestuosos contraluces dejan entrever la plaza como salida o meta del paseo dominical, bajo la mirada que suponemos atenta del limpiabotas. Tal vez sea en la emblemática Plaza de la Reina, más que en cualquier otro escenario, donde el empeño de Planas en recrear personalmente una realidad multiforme alcance su mejor éxito. Última Hora.
En medio de tanta información útil para el sociólogo y el antropólogo, algunas de las fotografías de Josep Planas i Montanyà (Cardona, 1924) revelan una voluntad estética patente. Si se trataba, ante todo, de un testigo de su tiempo, a partir de los sesenta marcó parte de su obra un acento selectivo que lo aproxima al costumbrista antes que al reportero gráfico. Conforme a postulados comunes con el realismo documental de Català Roca o el neorrealismo italiano, huyó de artificios y jugó con el punto de vista. Lejos de la presunta objetividad del reportaje y la promoción turística, Planas impregna sus instantáneas de una calidez que permite a sus paisanos de adopción sentirse amablemente acogidos por su pasado. En ese sentido, llama especialmente la atención el conjunto de fotografías que dedicó a la Plaza de la Reina en 1961-1962.
Allí se sienta el emigrante: lo identifican su vestimenta raída y una mirada melancólica prolongada sin dramatismo por el magnífico encuadre. El guardia urbano, de impecable uniforme y casco blanco, multa al conductor de un ciclomotor o informa al de un utilitario; los planos múltiples y los vectores de movimiento divergentes (el mozo que empuja un carrito, el vehículo y el guardia en el centro, la calle Conquistador al fondo) logran una imagen muy vital. Cuando Planas fotografía la parada del autobús evita la estaticidad captando las evoluciones mínimas de quienes hacen cola: el señor que rescata una moneda que se le ha caído o la señora que busca en su bolso, también combinando líneas de movimiento con suavidad. Una pareja charla, la actividad de una terraza se difumina al fondo, una turista fotografía algo que queda fuera del encuadre, dos caballeros consultan los resultados de la lotería, una dama pasea su luto, otros se dirigen a sus negocios o llevan la compra frente al Teatro Lírico. Desde el Borne, majestuosos contraluces dejan entrever la plaza como salida o meta del paseo dominical, bajo la mirada que suponemos atenta del limpiabotas. Tal vez sea en la emblemática Plaza de la Reina, más que en cualquier otro escenario, donde el empeño de Planas en recrear personalmente una realidad multiforme alcance su mejor éxito. Última Hora.
L'emigrant, a la Plaça de la Reina (1962; detalle)
1 comentario:
Es una pena que de la foto sólo se pueda ver un detalle, seguro que si estuviera completa sería fantástica.
Un saludo
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