22 marzo 2007

Trabajo bien hecho

Obra Gráfica Original - Gran Hotel Sóller (Sóller)

Merece reconocimiento el esfuerzo que llevan a cabo los incombustibles dueños de la Galería Addaya de Alaró, Nadège You y Tomeu Simonet, por mantener una programación de altísimo nivel y, en particular, por poner periódicamente al alcance del público de la Part Forana auténticas joyas del grabado internacional. Permanece en nuestra memoria su exposición de enero en Alaró, en la que se pudo admirar obra gráfica de, entre numerosos artistas mallorquines e internacionales, Jim Bird, Andy Warhol, Pep Llambias, Miquel Barceló, Lluís Maraver, Jaume Plensa, Joan Bennàssar, Ramon Canet, Joan Miró, Rafa Forteza o María Carbonero.

En esta ocasión se trata de una breve pero intensa muestra de grabados en el Gran Hotel Sóller, que hace más de un año colabora con You. Varios de los autores presentes en la mencionada exposición, y otros que no lo estuvieron, se dan cita en el emblemático establecimiento sollerense; en una sala que, para decirlo todo, no nos parece la más adecuada ni por su situación, ni por simultanear su naturaleza de sala de reuniones con la presencia de exposiciones temporales, ni por su gestión (las luces, por ejemplo, no se mantienen encendidas más que a petición de las visitas). Una media de veinte visitas semanales no parece compensar el valioso esfuerzo invertido por la galerista.

Ello no impide que se trate de una exposición única: Antoni Tàpies, Josep Guinovart, Antonio Saura, Juan de Andrés, Max Bill, Mimmo Paladino y Elvira Bach componen una reunión notabilísima aun tratándose de obra seriada. Quiero destacar un Guinovart de 1979 iluminado de mano del artista en magníficos azules y, por tanto, prácticamente una obra única; o la serenidad, la elegancia y el sigilo constructivos de Juan de Andrés, uruguayo afincado en Barcelona que expone por primera vez en Mallorca; el carácter de documento imprescindible del Tàpies de 1967; y, sobre todo, la explosión expresiva de una preciosa litografía a color de Saura, titulada Danse au soleil (1996). En sus trazos aparentemente delirantes se arraciman seres imaginarios, sonrisas monstruosas, sexos amenazantes, gestos que imprimen gran dinamismo a las figurillas que evolucionan en torno a un sol esquemático. Éste adquiere así carácter de mero pretexto: la vida está en el interior, parece querer decirnos. Última Hora.

Antonio Saura, Danse au soleil (1996)

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